LUCHA ESTUDIANTIL: CRIMINALIZACIÓN Y REIVINDICACIONES
Muchos de nosotros -Estudiantes de Universidad Pública-. Nos preguntamos que se sentirá andar por las calles sin miedo: Sin miedo a que nos señalen como “terroristas”, sin miedo a que nos ataquen por “revoltosos” o a que la fuerza publica nos detenga solo por portar el carné que nos acredita como estudiante. Sin infinidad de temores, ¿qué se sentiría andar sin ellos?
Los ataques constante de los medios de comunicación; la tergiversación de la información que en ellos se transmite han vendido la idea a la sociedad de que todos los miembros de la comunidad universitaria, en especial de carácter público, somos “violentos, actores del conflicto armado dentro de la universidad”, que le damos a las discusiones forma de piedra, papas, etc. Para ellos nosotros no somos más que el cumulo de personas que son condenadas por pensar de forma critica, transformadora y propositiva. Y que no merecemos un calificativo diferente. Las asambleas son las reuniones donde “se cuadran las vueltas”, los activos donde se reúnen “los violentos” y para ellos no vamos a la universidad a nada más que apedrear a la policía. Pero los medios ignoran algo que es suma importancia y, que desmoronan por completo los argumentos en contra de nosotros, cosas que no se tiene en cuenta cuando so-juzgan a los miembros de la comunidad universitaria, en especial los miembros de movimientos liderados por estudiantes.
El movimiento estudiantil ha jugado un papel fundamental en los debates por mejorar el sistema educativo y no se queda solo en la academia, también en discusiones por un mejor país. Ha liderado una serie de reivindicaciones históricas. Los estudiantes nos hemos apersonado del hambre ajena, hemos sentido el dolor de otras personas como el propio, y hasta hemos visto como compañeros han dado la vida por defender la causa que consideramos justa. En el marco de esas reivindicaciones no es gratis que compañeros como los que los días 8 y 9 de junio de 1929 fueran asesinados luego de que alzaran su voz de protesta en contra de hechos de corrupción que el gobierno de turno manejaba, exigiendo plenas garantías para el pueblo Colombiano.
Nuestro país ha sido el modelo de la ultra derecha en Latinoamérica, el país más “derechizado” y represivo de América latina de un tiempo para acá. Permeado por intereses de terceros que solo buscan sacar provecho a costa de otros y del mismo país, como consecuencia de esto su índice de desigualdad social también es de los mas elevados. Y ¿será que tratar de cambiar esto es tener mentalidad terrorista? Tener un mínimo de conciencia, pensar en los demás es algo que al parecer no está bien visto en nuestra patria, los que lo hacen son agredidos como en el caso de los defensores de derechos humanos, son detenidos como en el caso de estudiantes que reclaman su derecho a estudiar y a vivir en una sociedad mejor o simplemente, son desaparecidos por pensar diferente.
El terrorismo de estado es mucho mas frecuente de lo que se piensa, no solo es un mito en el imaginario colectivo de una sociedad cegada por las verdades a medias que dicen en la radio, la televisión o la prensa que se mofan estigmatizando las luchas estudiantiles y maquillando el accionar de los verdaderos terroristas: el estado y sus aparatos represivos. Esos mismos que implantan a sangre y fuego políticas de hambre y miseria, políticas que impiden el acceso a la educación, políticas que llevan a un detrimento de la calidad de vida de los colombianos afectada desde hace mucho.
En la mayoría de los casos de violencia dentro de los claustros universitarios el protagonismo lo lleva la fuerza pública; esos mismos que se encargan también de señalarnos como “asesinos, terroristas”. Pero no por su buena labor comunitaria, si no por su trabajo de agitación, de provocación. Tropeles inducidos por ellos son comunes, buscando como echar mano del primer inocente y hacerlo pasar por otro Falso Positivo. ¿Los estudiantes son los “violentos”? Esto me obliga a hacer otra pregunta: ¿Quiénes son los terroristas?. La lucha que damos al interior de la universidad es de ideas, de argumentos como es de esperarse de personas pensantes, que se forman en la academia para cambiar esta sociedad corrompida, dañada por acciones como las antes mencionadas. ¿Acaso las constantes violaciones de los derechos humanos por parte del aparato represivo del estado no es considerado contribución al conflicto?
Hay algo que tenemos claro y nunca vamos a dejar de decir frente a esos medios y la represión mentirosa: “Los estudiantes no somos terroristas, terrorista el gobierno que desaparece y asesina”. Nuestra lucha continua y ahora más que nunca, cuando esta cargada de ese protagonismo histórico a portas de la nueva ley de educación superior. La pelea de ideas contra el gobierno y sus aparatos de represión continua, con los mismos miedos que mencionaba al principio pero sin dar un paso atrás. La historia nos dará la razón, y los perros seguirán ladrando al escuchar el eco de nuestro cabalgar combativo en pro de la defensa de la educación para el pueblo y un mejor país.
¡Viva el movimiento estudiantil por una universidad critica, creadora y transformadora compañeros!
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