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¿Qué clase de democracia existe en la Universidad Nacional?

 


Desde hace varias semanas, en la Universidad Nacional se han venido convocando los claustros y colegiaturas, que tuvieron lugar durante la semana universitaria, y con los cuales se supone que el grueso de la comunidad académica tendría la posibilidad de aportar en  la construcción del Plan global de desarrollo de la Universidad Nacional, el cual define hacia donde irá la Universidad durante los próximos 3 años.
Desde el espacio de la Mesa de Sede, tenemos varias críticas tanto a la forma con el que se desarrolló el proceso, como al espíritu del mismo.

En principio, para hablar de la forma, es preocupante que estos claustros se hayan desarrollado precisamente en el marco de la semana universitaria, donde como todos sabemos, muchos de los miembros de la comunidad universitaria no asisten al campus y los que asisten, lo hacen en función de las fiestas y los espacios deportivos. Con esto, pareciera que el ocio y la dispersión de los estudiantes y profesores durante la participación en las actividades recreativas, hubiese sido la motivación real para programar los claustros por estas épocas, dando muestra del compromiso que tiene la administración de la Universidad con estos espacios, que al parecer fueron llevados a cabo únicamente para cumplir el requisito y no con un interés real en construir universidad a partir de la democracia.

Además de eso, si vamos al fondo de lo que son los claustros y colegiaturas en el contexto antidemocrático de la Universidad, es evidente como estos espacios se utilizan como mecanismo de legitimación de un Plan de desarrollo construido desde el principio sin contar con la participación de la comunidad universitaria. El papel de estudiantes y profesores en este tipo de escenarios no va más allá de opinar acerca de ciertos puntos- que por lo demás son definidos por la misma administración-. Además, por experiencias de procesos pasados, sabemos que las opiniones son meramente consultivas, y que no comprometen a la administración, la cual, muy pocas veces las toma en cuenta para la consolidación del plan.

Mencionando ahora el desarrollo como tal de los claustros, se hizo evidente-además de la ya mencionada ausencia de gran parte de los estudiantes-la despolitización y confusión de los participantes en estos espacios, que no tenían claro si ello era para discutir problemáticas concretas de los pregrados o si solo se habían programado por puro formalismo y para cumplir los requisitos burocráticos

Con todo esto, lo que resta por decir es que no se pueden generar directrices de un plan global de desarrollo verdaderamente democrático, dándole la espalda a la comunidad universitaria, y dejando a un lado las necesidades reales tanto de la Universidad, como de la sociedad en general en términos educativos.

Por último, hacemos un llamado a la comunidad universitaria, a movilizarnos y a consolidar y exigir espacios de participación real y vinculante, que posibiliten el ejercicio democrático al interior de la universidad y que ayuden a construir a partir de la crítica y la propuesta un nuevo rumbo para la universidad.

  

Mesa de trabajo UN Medellin

Septiembre 2012

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