Comunicado Profesor Jaime Nieto representante profesoral CSU A LA COMUNIDAD UNIVERSITARIA A la memoria, la dignidad y el valor de mi querido estudiante Juan Camilo Agudelo Posada
A LA COMUNIDAD UNIVERSITARIA
A la memoria, la dignidad y el valor de mi querido estudiante Juan Camilo Agudelo Posada
La Representación Profesoral recibe con optimismo la decisión del CSU de reabrir las puertas de la universidad, reactivar el diálogo con los estudiantes respecto del pliego de exigencias y el llamado a la normalización de las actividades académicas. Contrario al deseo de algunos sectores de dentro y fuera de la universidad, lo que vale la pena destacar de la decisión del CSU es que la universidad no es sometida a un cierre prolongado ni será objeto de reformas de espaldas a la comunidad universitaria. Este es el valor que en el corto plazo tienen la apertura y el diálogo; que la comunidad universitaria recupera su espacio natural para el desarrollo de la academia y el ejercicio de la deliberación y autonomía de sus estamentos.
Como lo manifestamos en la última sesión del CSU, no estamos de acuerdo con la posición de esa Corporación de querer desconocer la Asamblea General de Estudiantes como espacio de deliberación y representación democrática del estudiantado y como interlocutora válida en el conflicto. Independientemente de las críticas y cuestionamientos que se puedan hacer a dicho espacio, muchas de ellas válidas y justificadas, creemos que estas no son razones para invalidarla ni mucho menos desconocerla como expresión democrática que se ha dado el estudiantado autónomamente. La Asamblea General de Estudiantes y sus voceros es la contraparte del conflicto universitario y es con ella con quien corresponde entablar el diálogo, la negociación o cualquier otro mecanismo de superación del conflicto.
Así mismo, el llamado a la normalización de las actividades académicas, no debería entenderse por parte del estudiantado como un desconocimiento de las “disposiciones” de la Asamblea General de Estudiantes producida a raíz de la apertura de la universidad, puesto que ese llamado lo han formulado las directivas universitarias desde el momento mismo en que el paro fue declarado por la Asamblea General Estudiantil antes del cierre y no sólo ahora con ocasión de la reapertura de la universidad (incluso, desde mucho antes del cierre de la universidad, algunas voces procedentes de las directivas universitarias no vacilaron en descalificarlo como un “paro de los venteros”). El punto que queremos destacar es que se puede no estar de acuerdo con ese llamado a la normalidad académica y pensar en alternativas y mecanismo de consenso, conducentes a dicha normalización; sin embargo, lo que no se puede negar es la facultad que, en cuanto contraparte del conflicto, les asiste a las propias directivas universitarias para ratificar su posición antagónica respecto de la que sostienen los estudiantes. En otros términos, tal y como lo hemos indicado en otras oportunidades: una de las graves dificultades para avanzar en la solución del actual conflicto consiste en la actitud deliberada de los actores en conflicto de no reconocerse mutuamente como tales, probablemente debido a esto la desconfianza y el recelo impiden encarar lo sustantivo del mismo.
Es verdad que el CSU debió reiterar el reconocimiento a la Asamblea General de Estudiantes como interlocutor válido y legítimo del conflicto y no pretender desconocer o menoscabar su representatividad, tal como equivocadamente lo ha hecho. Y aunque este punto deba ser referente de debate con las directivas universitarias en los siguientes días apertura, no puede convertirse en óbice que impida reconocer y sobre todo potenciar lo que se ha logrado: apertura de la universidad y diálogo. Esta es la oportunidad para que los estudiantes, en sus espacios propios autónomos de deliberación democrática y de formación de la voluntad colectiva, como las asambleas por facultades y la asamblea general, consideren la conveniencia de replantear el mecanismo del paro y decidan desarrollar novedosas formas de participación y movilización estudiantil, que los hagan compatibles con el desarrollo de la academia sin renunciar a los objetivos del movimiento y la participación en el diálogo, tal como lo hemos planteado en otras oportunidades. Es también la oportunidad para que el profesorado no sólo haga de mediador, sino también para aprovechar el espacio de las aulas y de los claustros para discutir entre sí y con los estudiantes de manera más amplia la grave crisis de la educación superior colombiana y la manera de articular a nivel local y nacional propuestas y repertorios de acción colectiva que la encaren decidida y unitariamente. Eso es, a nuestro juicio, lo estratégico.
La situación de los estudiantes huelguistas de hambre es bastante preocupante, y así tengamos críticas a la conveniencia de su acción, como universitarios y como ciudadanos tenemos el deber moral de acompañarlos y brindarles toda la solidaridad y apoyo requeridos. Hacemos un llamado para que las directivas universitarias se apersonen de la situación humana y las condiciones de salud de los estudiantes en huelga de hambre y disponga todos los apoyos logísticos necesarios para que sean atendidos en sus condiciones sanitarias básicas.
Si la postura del CSU llena de optimismo, no menos lo hace la de los estudiantes. Retomo sus propias palabras: “Como estudiantes, más que como delegados, ratificamos nuestra disposición al diálogo en pro de la solución de los problemas que afectan a la comunidad universitaria. También reafirmamos nuestro interés de ver a nuestra Alma Mater con sus puertas abiertas a la comunidad estudiantil y, por ende, al conocimiento y a la construcción de espacios de deliberación y formación crítica”. Quizás ya es tiempo para que entremos en el momento de las argumentaciones y contrargumentaciones y no que sigamos en las recriminaciones.
Jaime Rafael Nieto López
Representante Profesoral al CSU
Medellín, noviembre 8 de 2013
A la memoria, la dignidad y el valor de mi querido estudiante Juan Camilo Agudelo Posada
La Representación Profesoral recibe con optimismo la decisión del CSU de reabrir las puertas de la universidad, reactivar el diálogo con los estudiantes respecto del pliego de exigencias y el llamado a la normalización de las actividades académicas. Contrario al deseo de algunos sectores de dentro y fuera de la universidad, lo que vale la pena destacar de la decisión del CSU es que la universidad no es sometida a un cierre prolongado ni será objeto de reformas de espaldas a la comunidad universitaria. Este es el valor que en el corto plazo tienen la apertura y el diálogo; que la comunidad universitaria recupera su espacio natural para el desarrollo de la academia y el ejercicio de la deliberación y autonomía de sus estamentos.
Como lo manifestamos en la última sesión del CSU, no estamos de acuerdo con la posición de esa Corporación de querer desconocer la Asamblea General de Estudiantes como espacio de deliberación y representación democrática del estudiantado y como interlocutora válida en el conflicto. Independientemente de las críticas y cuestionamientos que se puedan hacer a dicho espacio, muchas de ellas válidas y justificadas, creemos que estas no son razones para invalidarla ni mucho menos desconocerla como expresión democrática que se ha dado el estudiantado autónomamente. La Asamblea General de Estudiantes y sus voceros es la contraparte del conflicto universitario y es con ella con quien corresponde entablar el diálogo, la negociación o cualquier otro mecanismo de superación del conflicto.
Así mismo, el llamado a la normalización de las actividades académicas, no debería entenderse por parte del estudiantado como un desconocimiento de las “disposiciones” de la Asamblea General de Estudiantes producida a raíz de la apertura de la universidad, puesto que ese llamado lo han formulado las directivas universitarias desde el momento mismo en que el paro fue declarado por la Asamblea General Estudiantil antes del cierre y no sólo ahora con ocasión de la reapertura de la universidad (incluso, desde mucho antes del cierre de la universidad, algunas voces procedentes de las directivas universitarias no vacilaron en descalificarlo como un “paro de los venteros”). El punto que queremos destacar es que se puede no estar de acuerdo con ese llamado a la normalidad académica y pensar en alternativas y mecanismo de consenso, conducentes a dicha normalización; sin embargo, lo que no se puede negar es la facultad que, en cuanto contraparte del conflicto, les asiste a las propias directivas universitarias para ratificar su posición antagónica respecto de la que sostienen los estudiantes. En otros términos, tal y como lo hemos indicado en otras oportunidades: una de las graves dificultades para avanzar en la solución del actual conflicto consiste en la actitud deliberada de los actores en conflicto de no reconocerse mutuamente como tales, probablemente debido a esto la desconfianza y el recelo impiden encarar lo sustantivo del mismo.
Es verdad que el CSU debió reiterar el reconocimiento a la Asamblea General de Estudiantes como interlocutor válido y legítimo del conflicto y no pretender desconocer o menoscabar su representatividad, tal como equivocadamente lo ha hecho. Y aunque este punto deba ser referente de debate con las directivas universitarias en los siguientes días apertura, no puede convertirse en óbice que impida reconocer y sobre todo potenciar lo que se ha logrado: apertura de la universidad y diálogo. Esta es la oportunidad para que los estudiantes, en sus espacios propios autónomos de deliberación democrática y de formación de la voluntad colectiva, como las asambleas por facultades y la asamblea general, consideren la conveniencia de replantear el mecanismo del paro y decidan desarrollar novedosas formas de participación y movilización estudiantil, que los hagan compatibles con el desarrollo de la academia sin renunciar a los objetivos del movimiento y la participación en el diálogo, tal como lo hemos planteado en otras oportunidades. Es también la oportunidad para que el profesorado no sólo haga de mediador, sino también para aprovechar el espacio de las aulas y de los claustros para discutir entre sí y con los estudiantes de manera más amplia la grave crisis de la educación superior colombiana y la manera de articular a nivel local y nacional propuestas y repertorios de acción colectiva que la encaren decidida y unitariamente. Eso es, a nuestro juicio, lo estratégico.
La situación de los estudiantes huelguistas de hambre es bastante preocupante, y así tengamos críticas a la conveniencia de su acción, como universitarios y como ciudadanos tenemos el deber moral de acompañarlos y brindarles toda la solidaridad y apoyo requeridos. Hacemos un llamado para que las directivas universitarias se apersonen de la situación humana y las condiciones de salud de los estudiantes en huelga de hambre y disponga todos los apoyos logísticos necesarios para que sean atendidos en sus condiciones sanitarias básicas.
Si la postura del CSU llena de optimismo, no menos lo hace la de los estudiantes. Retomo sus propias palabras: “Como estudiantes, más que como delegados, ratificamos nuestra disposición al diálogo en pro de la solución de los problemas que afectan a la comunidad universitaria. También reafirmamos nuestro interés de ver a nuestra Alma Mater con sus puertas abiertas a la comunidad estudiantil y, por ende, al conocimiento y a la construcción de espacios de deliberación y formación crítica”. Quizás ya es tiempo para que entremos en el momento de las argumentaciones y contrargumentaciones y no que sigamos en las recriminaciones.
Jaime Rafael Nieto López
Representante Profesoral al CSU
Medellín, noviembre 8 de 2013
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