No se construye universidad con la homogenización del pensamiento

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El día miércoles 4 de marzo de 2015 algunos miembros de la ACEU nos encontrábamos realizando una tertulia de apropiación expresiva del espacio estudiantil llamado “Ágora”, en el marco del foro de los candidatos a la rectoría de la universidad. Este espacio, antes y después del Ágora, ha sido nuclear dentro del imaginario colectivo de la universidad. No en vano se encuentra en el centro geográfico del campus. Este fue el énfasis por el cual nos hallábamos en aquel lugar renovado y paradójicamente inexplorado por el espíritu público.
Aun siendo un sitio de peregrinaje estudiantil constante, el nuevo edificio discriminó el carácter social del espacio: El encuentro e hibridación cultural, artística y sobretodo política por parte de la comunidad nacionalina. En consecuencia la actividad que la ACEU iba a realizar era todo un fenómeno por las características del lugar y su administración. La actividad tenía como objetivo divulgar y debatir críticamente la coyuntura que nos ocupa.

Fue por tanto la anormalidad del evento un pretexto para que fuera increpado desde sus preparativos. A las 10 de la mañana se acercaron dos representantes de la institucionalidad, concretamente la vicerrectoría, expresando el malestar de los trabajadores de las oficinas dentro del edificio por el ruido que produciríamos con el único amplificador de sonido que la organización poseía. La intención era inutilizar el bafle y por consiguiente alterar la expresión del evento. Aunque la discusión se realizó en los mejores términos no hubo acuerdo, puesto que para nosotros aquellas razones estaban salidas de la realidad bajo el siguiente argumento: el sonido generado por los locales comerciales es similar o mayor al que producimos. Y otro argumento de más fondo es la disposición social del espacio de ese edificio, la relación contradictoria de su intencionalidad etimológica y la evidente razón mercantil. Los problemas estructurales fueron los que hablaron por sí solos.

A raíz de todo lo anterior denunciamos la indisposición que genera en nuestra organización (ACEU) los sistemáticos mecanismos de censura institucional de la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín a los estudiantes organizados para la comunicación de ideas no sólo verbales. Las acciones de la administración propenden difuminar las expresiones políticas de toda índole, normalizando sus voces a través de la homogeneización arquitectónica y estética del campus. Consideramos que esta actitud es nociva para la universidad, tanto en la academia como en los distintos e interrelacionados aspectos que se desarrollan en ella. Además, aunque reglamentada, es ilegítima ya que invisibiliza a una gran porción de la sociedad universitaria cuando somos nosotros los que contribuimos en mayor medida a este espacio.

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