DEPENDENCIA O HERMANDAD. Un dilema soberano

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Por: Mauricio Isaza
       Universidad de Antioquia-Universidad Nacional

      Javier Loaiza
      Universidad Nacional



A propósito de la militarización norteamericana en territorio colombiano y el problema que implica para nuestra soberanía y la relación con los países vecinos.

Colombia, un país que tradicionalmente ha dependido en cuestión de relaciones –internacionales- a los Estados Unidos, ha entrado a un nuevo capitulo de esa historia. Aparece una Latinoamérica que ha cambiado, en la que se presenta un nuevo contexto donde en la mayoría de naciones han alcanzado el poder por vía democrática una serie de gobiernos de tendencias progresistas e inclinación hacia la izquierda, en los cuales priman el progreso y la inclusión de los pueblos hasta ahora olvidados por sus gobernantes, sin embargo, planteando nuevamente la figura del caudillo.

Frente a los recientes acontecimientos que han implicado la ruptura de las relaciones entre Colombia y Venezuela, al igual que con Ecuador se nos exhibe la noticia del reforzamiento de tropas estadounidenses en nuestro territorio, lo cual no cae muy bien a los países vecinos dado lo que representa el país del norte a estos gobiernos.

Si bien Colombia ha albergado tropas norteamericanas desde hace mucho tiempo, hoy precisamente, por toda esta serie de procesos de cambio en el continente Latino Americano (que incluyen por supuesto tendencias hacia ideologías de izquierda) hay un rechazo inminente de los gobiernos citados anteriormente, entre otros que ven amenazada su seguridad y la estabilidad política del continente al ver como se configura Colombia en lo que ellos llaman la Israel Latinoamericana. Ahora, esto puede parecer absurdo para muchos pudiendo ver este episodio como una ayuda de esta potencia o una reafirmación de las relaciones Colombo-Estadounidense, sin embargo cuando vemos el otro lado del espejo podríamos esperar lo que temen los países hermanos que se han pronunciado ya, puesto que la política norteamericana se ha basado siempre en la justificación de la guerra preventiva y con mayor razón cuando se trata de países que han venido implementando políticas de corte socialista, que hacen oposición a lo que denominan el imperialismo norteamericano y que por ende representan para los Estados Unidos una amenaza a la seguridad mundial y/o a la del sistema capitalista por ellos reproducido.

Esta iniciativa de incentivar la “colaboración” con el gobierno estadounidense por medio de un acuerdo que comprende actividades de tropas norteamericanas en tres de las más importantes bases militares de Colombia surge también, justo en el momento en que caduca el acuerdo que permitía a los Estados Unidos tener una de sus bases en manta (Ecuador) y ejercer operaciones allí. A finales de 2008, el presidente de ecuador Rafael Correa notifico a los Estados Unidos que dicho gobierno no renovaría el acuerdo que duró 10 años y que las tropas instaladas en manta debían ser trasladadas al finalizar el acuerdo, es decir, para noviembre de este año. Correa hizo este aviso poco después de que su gobierno diera un informe en el cual se afirmaba que en el ataque al campamento de Raúl Reyes en territorio ecuatoriano se contó con el apoyo de un avión de la fuerza aérea norteamericana apostado en la base de manta. Adicionalmente, la asamblea constituyente ecuatoriana reporto que cerca de 300 casos delictivos propiciados por el personal extranjero instalado en la base de manta quedaron sin respuesta por parte de las autoridades de EEUU.

Ahora bien, en cuanto a las implicaciones internas, hay que resaltar una serie de inconsistencias en esta decisión del ejecutivo de permitir no el transito, sino el albergue a militares norteamericanos en bases colombianas para la realización de operaciones del “gigante del norte”. Esto por medio de un acuerdo que parece negociarse a las espaldas del país, donde lo único que se ha dado a conocer son los datos expuestos por el artículo de la revista semana: “Los enviados del pentágono” y que revela la posibilidad de dar inmunidad a las tropas yankees para que no puedan ser procesadas por autoridades judiciales colombianas; mientras tanto, la voz del gobierno ante las dudas del pueblo modula lo siguiente: “Nada está acordado, hasta que todo este acordado”, como lo dijo el general Freddy Padilla argumentando que no hay nada pactado, por lo que no hay nada que revelar aun, pero también deja claro, que la forma de ver este gobierno la democracia no tiene nada que ver con dar participación a los diferentes sectores de la población, solo comunican cuando ya todo esta hecho.

Por ultimo, y aunque se quedan cortas estas palabras para analizar este caso en concreto, es la negación… o mas bien la degradación de nuestra soberanía. Parece ser que para lo único que sirvió nuestra independencia de España por allá en 1810 –a propósito de la cercanía del bicentenario de nuestra mal llamada independencia-, fue para ser esclavizados por una nueva potencia, seguir siendo una colonia, seguir siendo una nación a la que el gobierno de turno pretende robarle otro poco de dignidad, como lo han hecho los otros que le han precedido y separarnos cada vez mas de las que en realidad son nuestras naciones.

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